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Cuando abrí los ojos vi a cualquier lugar, la cómoda donde habían diversos objetos, podía ver todos los detalles, una vista que te podría inspeccionar hasta los pecados. Las ventanas, las pequeñas y gran formadas gotas de agua, las palabras y astillas de un cuadro de madera, las plumas de la alfombra y lo que había ahí, me paré para seguir viendo.

Pero mi vista se tuvo que adaptar a la luz cuando vi una sombra, cuando ya veía bien, ahí estaba Edward, sonriéndome y tendiéndome la mano.

Por instinto alcé la mía, tenía mi anillo y mi pile era algo pálida, me acerqué a mi esposo y agarré su mano. Me había salvado, por una parte me alegraba y por la otra no, me alegraba porque podía estar con el, pero me entristecía el hecho de que ya no iba a estar con mi abuela.

Si era real, no soñaba, mi mano se deslizó por su brazo y subí por su pecho, el agarró mi cintura y colocó su mano sobre mi mejilla, yo apegué mi mejilla a su mano, queriendo sentirlo.

—Ashby, te ves preciosa...—murmuró y yo levanté mi mirada, luego fruncí el ceño, —Tenemos la misma temperatura.

Reí un poco y luego me fui a ver al espejo, con Edward atrás. Me vi, era cierto, me veía hermosa, tenía un vestido azul, un cuerpo perfecto gracias a la inmortalidad, caderas anchas y una cintura pequeña, un cuerpo de reloj de arena.

Bendita inmortalidad.

Sonreí y me giré a él, lo abracé y me aferré a él, lo había extrañado demasiado.

—Em, Ashby...—trataba de hablar, —Eres más fuerte que yo en estos momentos.

—Perdón, me olvidé de eso.—me disculpé separándome de él.

—No vayas a romperme.—bromeó un poco, eso sólo hizo que aumentara mi agarre en su torso, apegándolo a mi, siguiéndole el juego.

—Te amo.—dije mirándolo, de verdad lo había extrañado demasiado.

—Y yo a ti.—me contestó para luego besarme, si, lo había extrañado y lo amo, jamás me cansaré de decirlo.

Luego me separé al recordar algo demasiado importante, —¿Y Freissy?

—Es increíble...—rió un poco antes de asegurarme eso y sonreír aún más.

—¿Dónde está? Tengo que verla.—me giré pero el me detuvo.

—Aguarda...primero tienes que controlar tu sed.—cuando me dijo eso, sentí un fuerte ardor en la garganta, algo hacía que me doliera, se sentían como cuchillos en la garganta, —Si...tienes que cazar.

—¿Y matar animalitos?—pregunté algo asustada, el asintió, —Perdóname, naturaleza.

Corríamos por el bosque, él era más rápido que yo aún cuando era una neófita, en el camino veía los animales, arañas con sus telarañas, ardillas comiendo bellotas, demás animales, las gotas de agua, las flores abriendo sus capullos y mucho más.

Salté por un acantilado, sintiendo la brisa y las pequeñas gotas en mi rostro, me sentía demasiado libre, paré de correr cuando Edward me agarró por las caderas.

—Cierra los ojos.—pidió y yo cedí, me dio vuelta y me apegó contra su torso, conmigo de espaldas, —¿Qué escuchas?

Oía a un búho, un conejito, una ardilla y...un ciervo, un delicioso ciervo.

¿Delicioso ciervo? ¿En serio dije eso? Caray, ¿Qué mierda me hiciste, inmortalidad?

Abrí los ojos de golpe al oler el exquisito olor de ese ciervo, luego me acerqué a donde estaba, cautelosamente, no iba a espantarlo, Edward iba tras mío, lo miré y él asintió. Me iba a abalanzar sobre el hasta que el viento me hizo oler algo delicioso y extremadamente exquisito, pude oler la sangre de un humano, en la montañas, el olor me estaba cegando, cada vez era más fuerte, creo que se estaba cortando con las rocas.

—Ashby, no.—negó Edward, queriendo pararme pero ya no le hacía caso, solo quería probar eso.

Salí corriendo hacia las montañas, no me importaba nada, llegué hacia la montaña donde estaba el humano, empecé a escalar, no necesitaba nada, mis manos rompían algunas partes de la montaña. Llegué a una parte donde había superficie, no tan lejos de mi presa humana.

—¡Ashby, detente!—ese era Edward, había llegado junto a mí en poco tiempo, —Lo siento, no sabía que habría gente tan lejos en el bosque.

Yo solo bufaba frustrada y con dolor, necesitaba tomar esa sangre o irme de aquí. Luego pensé en mi hija, no podría hacerle eso, sería como tomar su propia sangre y jamás podría hacerlo.

—Tengo que irme de aquí.—seguía bufando y tratando de no respirar.

—Yo te puedo ayudar.—se ofreció.

—¡Sigo podiendo hacerlo sola!—grité frustrada saltando de la montaña.

—O tal vez no tengo que.—lo oí decir con diversión.

Ahora si veía al ciervo, había controlado mi sed por la sangre de ese hombre, acechaba al animal cuando oí a un puma, el quería comerse a mi presa.

Cuando lo vi saltar yo me abalancé sobre el, rodando junto al animal, lo dejé en el piso, se retorcía y yo solo anclé mis colmillos en su estómago, un último sonido desprendió de su hocico y yo me deleité con el sabor, no estaba llena pero era algo.

—Exquisito...—murmuré al terminar de beber toda su sangre, —Demonios ¿Dije exquisito?

—Sí.—rió Edward con las manos en sus bolsillos, —Claro que lo dijiste

—Ay, Merlín. Perdóname, naturaleza.

—Me sorprendes, huiste de la sangre humana en plena caza.—decía Edward cuando regresábamos a la casa Cullen, el me abrazaba por atrás, —Aún los vampiros maduros tienen problemas con eso.

—Pensé en Freissy, no podría hacerle eso a mi hija, jamás.—sonreí y vi Jake, bajando las escaleras, viniendo a mi, —Sigues aquí.—suspiré alegre.

—Y tú también, no esperaba que lucieras tan...tú, excepto por los ojos raros.—siguió acercándose.

—Yo mantendría mi distancia por ahora.—paré cuando estaba a una cierta distancia de mi.

—Es más seguro para la bebé si pasas esta prueba.—aseguró.

—¿Y ahora te interesa Freissy?

—...Y ahora...una olida.—se apuntó a si mismo.

Me acerqué un poco a el y arrugué la nariz al instante, un asqueroso olor a perro mojado y embarrado de lodo me invadió, —Ya entiendo a lo que todos se referían, Jake de veras apestas, hueles horrible.—me burlé.

Escuché la risa de Edward y la de mi mejor amigo.

—Ustedes...se ven muy bien juntos.—dijo Jake, Edward me sostenía de la cintura mientras escondía parte de su cara en mi cabello, yo agarraba su mano y parte de su camisa.

—¿Quieres conocer a nuestra hija?—la pregunta de Edward no necesitaba respuesta, necesitaba conocer a mi hija.

Entramos a la casa Cullen, a la sala donde estaba la tele, sillones y demás.

—Bienvenida de nuevo a la familia.—esa fue Esme, sonriéndome como una madre.

—Te ves fabulosa, Aby.—ahora era Alice, halagándome.

—Hay alguien que te quiere conocer.—sabía que Carlisle se refería a mi hija, o al menos eso esperaba.

—Rose.—llamó Edward.

Vi a Rosalie voltear, tenía cargada a una bebé, una castaña con ojos verdes con algo de marrones, mi hija, mi niña, mi princesa, mi pequeña, mi todo. Rose me la entregó y yo la cargué, ella sonreía y reía a la vez, contagiándome, era perfecta, era mi hija. La vi colocar su mano en mi mejilla.

Vi el interior del saco amniótico, cuando sacaron a mi hija de mí, me vi a mí misma pareciendo un esqueleto. Preciosa, era lo que dije, cuando la vi por primera vez. Después volví a ver a mi hija entre mis brazos, con su delicada y fina carita mirándome fijamente.

—¿Qué fue eso?—pregunté al aire.

—Te mostró el primer recuerdo que tiene de ti.—respondió Edward.

—¿Cómo lo hizo?—miré a mi hija, se veía tan tranquila viéndome con esos ojos verdes combinados con marrón, era demasiado inteligente para su edad, al menos así lo veía.

—Como leo los pensamientos, como ve Alice el futuro, como Jasper controla las emociones, ese es su don.—siguió contestando mi vampiro.

Mi hija seguía sonriéndome, fascinada, y yo también lo estaba, —Estuve inconsciente solo dos días.—fruncí el ceño

—Su manera de crecer es inaudita.—explicó Carlisle.

—De acuerdo, suficientes experimentos por un día.—Jake trató de tomar a mi bebé.

—Jacob, va muy bien.—protestó Edward.

—Si, no hay que exagerar.—volvió a querer tomar a mi hija, yo retrocedí, poniéndola un poco tras mío.

—¿Cuál es tu problema?—pregunté irónica, iba a aumentar la palabra "maldito" pero no lo hice al considerar a mi hija presente.

—Uh, díselo, Jacob.—medio alentó Rose con burla.

—Esto va a estar bueno.—sonrió Emmett.

—Aguarda un segundo.—Edward se acercó a mi, —Ashby...

Tomó a Freissy, algo sabían todos que yo no, y me estaba empezando a enfurecer.

—Ly, es cosa de lobos.—empezó.

—¿Qué demonios es cosa de lobos?—pregunté frustrada y molesta, —Perdóname, Frey

Me disculpé con mi hija, probablemente no sepa ni lo que significa pero me daba igual.

—Em, sabes que no podemos controlarlo, ni elegir con quien nos ocurre y no significa lo que tú crees, Ly. Lo prometo.—Jake me ocultaba algo y me estaba molestando.

—Llévense a Freissy.—pedí con la mirada fija en un punto, sentí la mano de mi esposo en el hombro, —Edward no te atrevas a tocarme ahora, te haría daño.

Agarré el cuello de Jacob con gran facilidad y lo puse abajo, haciéndolo caminar agachado hacia afuera.

—¿¡Te imprimaste en mi hija!?—lo tiré al pasto, estaba molesta, —¡Y mi abuela me mintió!—solté indignada.

Ella me dijo que no estaba imprimado de mi niña, supongo que para que no me ponga así, pero ya era tarde, muy tarde.

—No fue mi elección.—se excusó.

—¡Es tan solo una bebé!—seguía gritándole.

—No se trata de eso ¿Crees que Edward me hubiese dejado vivir si no lo fuera?

—Aún tengo mis dudas.—oí a mi esposo.

—La cargué una vez.—me acerqué a él, amenazadoramente, —¡Una vez, Jacob! ¡Y tú, ya crees que tienes un estupido lobil derecho a ella! ¡Es mi hija!—lo golpeé, haciéndolo caer.

Seth y Leah llegaron, en formas lobunas.

—Está bien, Leah.—tranquilizó Jacob.

—No te acerques a ella, Jacob.—amenacé.

—Sabes que no puedo evitarlo.—su confesión solo hizo que recibiera otro golpe, quedando por segunda vez en el pasto.

—Detenla, Edward.—pidió Esme, asustada.

—Dijo que está bien, es asombrosa ¿No lo creen?—lo sentí sonreír a mis espaldas.

—¿Recuerdas cuando querías estar cerca de mi hace unos días? Ya no ¿O si?—se levantó el lobo.

—Por su puesto que no, jamás.—espeté molesta.

—Porque fue ella, desde el principio fue Nessie la que me quería aquí.

—¿Nessie?—pregunté irónica, —¿¡Le diste a mi hija el apodo del monstruo del Lago Nes!?

Iba a acercarme otra vez a él pero Seth me saltó encima, yo lo boté hacía un árbol, Jake y Leah fueron con el.

—Seth ¿Estás bien?—preguntó Jacob.

—Seth, lo lamento muchísimo, de verdad.

Seth se levantó y Jacob dijo que el estaría bien.

—Ly, tú me conoces, mejor que nadie, lo único que quiero es que Nes...—Jacob paró cuando lo fulminé con la mirada, —Freissy, esté a salvo, sea feliz, mira, esto nunca tuvo sentido, tú, yo, nada de esto.—se había acercado a mi, —Ahora entiendo por qué, esta era la razón.

Tuve que aceptarlo al final, Jake iba a estar aquí siempre, iba a estar con mi hija y tenía que aceptarlo, en parte me alegraba, ella tendría otro protector que daría la vida por ella.

Ahora estaba dormido, no sabía que hora era, pero muy tarde para que Jake se duerma, yo cargaba a mi hija, Edward estaba a mi lado, sobando el brazo que sostenía a mi niña, vi a los Cullen regresar, todos menos Rose.

—Ojos verdes y marrones...—murmuré viendo los ojos de mi hija.

—Los tenía verdes cuando era humano y tú los tenías marrones.—sonrió Edward.

—Una combinación, me encanta.—me giré a el para besarlo.

—Bien, mi turno.—llegó Rose, sabía que ella siempre había querido un bebé y me gustaba las caras que ponía al estar con Freissy.

Se la entregué y ella la meció un poco, la vi enternecida, —¿En donde duerme?

—En mi cuarto, o con Edward o Esme, ahora puede estar contigo y Edward en las noches.—contestó sonriendo.

—¿Con los dos? ¿Cómo?

—Feliz cumpleaños adelantado.—sonrió Alice, los Cullen restantes ya desbaba aquí, y despertaron a Jake.

—Dejé de envejecer hace tres días.—recordé.

—Igual celebraremos por adelantado, aguarden.—siguió la hadita tendiéndome una llave.

Caminábamos por el bosque, no tan lejos de la casa Cullen pero a una distancia considerable.

—Esta sorpresa te gustará.—Alice seguía tapando mis ojos y guiándome junto a Edward.

—Eso no lo dudo.—aseguré pensando en que sería la sorpresa.

Alice me quitó las manos de los ojos y me dejó ver, —Bienvenida a casa.

Llegamos a una casita tipo cabaña, tenía árboles, pasto y muchas flores al rededor, era algo pequeña pero era perfecta.

—Pensamos que les gustaría tener un lugar propio.—siguió la hadita, yo estaba fascinada.

—¿Qué te parece?—preguntó Edward.

—Creo que es perfecta.—suspiré asombrada y sonriendo.

—Entren.—apoyó Alice y ambos hicimos caso.

Por dentro era aún más hermosa que por fuera, la sala tenía un gran sillón y una fogata con estantería atrás, estantes y pinturas, todo perfecto.

Edward me medio jaló hacia una puerta, un cuarto blanco de bebé de ensueño se hizo presente, era hermoso.

—Este será el cuarto de Freissy.—informó Edward.

—Es precioso, ojalá hubiese tenido uno así cuando era bebé, aunque creo que si lo tuve.—fruncí el ceño pensando.

Y oh, claro que lo tuve, era de ensueño y salió en portada de revista como "la mejor habitación de bebé 1988"

El soltó una risa, —Ven, sígueme.—me guió a otro cuarto, —El armario...

—Merlín, tendré un montón de ropa gracias a esto.—me volteé a verlo, puse mis manos en su pecho, —No debiste hacerlo.

—Alice escogió todo.—sonrió divertido.

—Se nota.—dije cuando agarré un conjunto de miles de fina lencería.

Salí y estaba el dormitorio principal, tenía unas mesas de noche a cada lado de la cama king.

—Nuestro cuarto...—murmuró tras mío, agarró mi cintura y cadera con cada una de sus manos después de arrimar mi cabello a un lado.

—Una cama, los vampiros no duermen.—dije siendo racional.

—No es para dormir.—contestó besando mi cuello.

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